En mi etapa universitaria, adopté ciertas conductas que, desde mi punto de vista, eran muy saludables. Comencé a contar macros, restringir los carbohidratos (tortilla, arroz, pastas) y a permitirme comer solo productos bajos en grasa y sin azúcar. Tenía clasificados los alimentos en “buenos y malos”. Estas conductas eran reforzadas con el discurso de que los profesionales de la nutrición teníamos que ser delgados porque… “hay que predicar con el ejemplo”.

Por supuesto, ese discurso se fue interiorizando; me decía a mi misma que, ¿Cómo yo, siendo nutrióloga, iba a estar comiendo pan dulce? o ¿cómo me iba a permitir comer tortillas de harina y no únicamente de nopal? Normalicé por años este tipo de conductas y pensamientos. Al mismo tiempo, las personas de mi entorno me celebraban con comentarios como: “wow, tú si te cuidas”, “Quisiera tener tu fuerza de voluntad”, “te ves muy bien así”.

Viendo mi historia en retrospectiva, predicaba el estilo de vida de saludable pero en realidad estaba viviendo bajo restricción alimentaria. No era consciente de ello, y lastimosamente era un patrón que replicaba con mis consultantes.

Afortunadamente, durante la pandemia conocí el movimiento Salud en Todas las Tallas y el modelo de Alimentación Intuitiva (¡Gracias, Fany!). Fue una sacudida total al paradigma con el que había vivido. La información que fui descubriendo hizo eco en mi; por mi experiencia personal y también por la profesional.

Confieso que al principio fui un poco escéptica. Sin embargo, poco a poco tomé conciencia de que realmente existe otra perspectiva entorno a la nutrición, y que esta puede ser más amable, libre de restricciones y reglas, así como respetuosa con la diversidad de formas, colores y tamaños corporales.

Ahora, mi objetivo es acompañarte para:

• Reconectar con tu intuición y desconectarte de las voces externas que te dictan qué, cuánto, cuando comer
• Comer sin culpa ni remordimiento
• Alimentarte de manera más amable y compasiva
• Mejorar tu bienestar integral