Debo confesarte que a lo largo de mi vida como estudiante de nutrición empecé a adoptar hábitos “saludables” que en realidad eran prácticas impregnadas de cultura de dietas. Por supuesto ese discurso se fue interiorizando; me decía a mi misma que tenía que “predicar con el ejemplo”, porque… ¿Cómo yo siendo nutrióloga, iba a estar comiendo pan dulce? ¿o cómo me iba a permitir comer tortillas de harina y no únicamente de nopal?
Fueron muchos años así, normalizando ese tipo de conductas. Mientras todo el mundo alabándome con comentarios tipo: “wow, tú si te cuidas”, “Quisiera poder comer lo mismo que tú”.
Lo bueno es que las personas crecemos y aprendemos a ser más críticas. Eso me llevó a ver todo esto con una nueva perspectiva. Ahora me doy cuenta de que antes, yo misma me sometía a dieta, pero sin estarlo conscientemente, ¡qué locura!, ¿no?
Así es, no tenemos que estar haciendo “oficialmente” una dieta para estar atrapadas en la cultura de dietas. Al final lo que estaba practicando era una dieta a través de la restricción de ciertos alimentos; pero en ese momento así concebía el tener un estilo de vida “saludable”, era mi forma de “cuidarme”.
Se sabe que nuestra salud y bienestar no depende únicamente de lo que comemos o de cuanto nos movemos, hay muchos factores que intervienen en ello. Sin embargo, la cultura de dieta nos quiere hacer creer que hay alimentos buenos y malos, por lo que te ves obligada a estar cuestionando todo el tiempo tu alimentación, avergonzandote de comer tacos en lugar de una ensalada de lechuga con queso de cabra y al mismo tiempo desconectandote del placer de comer.
Hacer dietas y tratar de manipular nuestro peso, es ir contra de nuestra genética. En realidad, eso podría conducir a una peor salud.
A continuación, te comparto una lista de 21 ideas que puedes aplicar en tu día a día, para ayudarte a trabajar y/o mantener una buena relación con los alimentos, tu peso y el ejercicio.
- Elimina las aplicaciones de monitoreo de actividad física de tu celular. Olvídate de las calorías quemadas por día, número de pasos, etc.
- Si alguien empieza a hablarte de su última dieta o de su peso; mejor pregúntale, ¿cuál es su canción favorita de Bad Bunny?
- Elige tu siguiente comida o snack basado en lo que se te antoja, en lugar de pensar en lo que has comido durante el día. Uy, ¿qué tal un elotito con mayonesa, limón y chilito?
- Cuestiónate, ¿de verdad disfrutas comer esas galletas de arroz o esas tortillas de nopal bajas en calorías?
- En lugar de dar cumplidos a alguien por cómo se ve, intenta elogiar algo diferente acerca de esa persona. Expresiones como: “Hablar contigo me trae mucha paz”, “Me inspiras a ser una mejor persona”.
- Cocina una comida o postre que se te antoje, sin pensar en los ingredientes ni en la cantidad de calorías. Día de hornear galletas, ¡yuju!
- Pon tu báscula en un lugar donde no la veas, o mejor aún, atrévete a desecharla.
- Enlista 3 cosas que tu cuerpo hace para ti y agradécelo. Podrías, por ejemplo, agradecer a tus piernas por permitirte llegar hasta tu trabajo o por echar bailecito en la boda del finde pasado
- Haz una limpieza en redes sociales de las cuentas que sigues que promuevan la cultura de dieta. Dile adiós a los fit influencers, a los retos detox y resets metabólicos pa’ perder peso.
- Date permiso incondicional de decidir qué, cuándo y cuánto comer, sin importar si realizaste ejercicio.
- ¿Conservas el menú de dietas pasadas, productos para bajar de peso o consejos de influencers? Tal vez sea hora de deshacerte de ellos.
- Atrévete a no ver los alimentos como “saludables” o “no saludables”, “buenos” o “malos”. Solo por hoy, disfruta de la comida sin juicios.
- ¿Tienes ropa que no te queda y la guardas con la ilusión de que algún día la puedas usar? Dónala a una persona que lo necesite.
- Escucha las señales de tu cuerpo y come cuando tengas hambre. En la medida de tus posibilidades date el tiempo para disfrutar de algo rico.
- Disfruta de un postre si así lo deseas. No importa cuando haya sido el último.
- Identifica 3 cualidades que te gusten de ti misma y que no tengan nada que ver con tu cuerpo o tu peso. “Tengo habilidad para comunicarme asertivamente”, “soy muy paciente con las personas”, “soy excelente amiga”.
- ¿Hay algún alimento o bebida que te encanta pero que no te das permiso de comerla porque te dijeron que engorda? Disfrútalo hoy.
- Elige moverte/ejercitarte de una manera que realmente disfrutes, sin pensar si te hará “quemar” más o menos calorías. Si te encanta bailar como a mí, una clase de salsa puede sonar muy divertido.
- Usa esa ropa de moda que tanto deseas ponerte pero que por miedo o vergüenza no lo has hecho. ¿Qué tal unos wide leg jeans? ¿o una blusa tipo corsert? Puedes checar las cuentas de Instagram de Arhe Molina y Fat Pandora para más ideas de estilos.
- Pega una notita en tu espejo para recordar que tu valor no se define por tu cuerpo. Recuerda que eres mucho más que un número en la báscula.
- Pide tus tacos al pastor con copia y una coquita. Ojo, no olvides tomar tu Riopan antes.
Y, por último, ¡recuerda no ser tan dura contigo misma! Desaprender y re-aprender conceptos que han estado arraigados en ti durante tanto tiempo es un trabajo complejo. Lleva tiempo y práctica.
Está bien si no estás donde quieres estar ahora mismo, llegarás a tiempo. Sé compasiva y avanza hacia adelante poco a poco.
Si te gustaron estas 21 ideas para liberarte del mundo de las dietas, haz clic AQUÍ para obtener el descargable.
Aquí en Nutrición Compasiva podemos ayudarte a cultivar una relación más saludable con la comida y tu cuerpo, guiándote de manera personalizada. Haz clic AQUÍ y conoce más de los servicios.